Intitulado...

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sábado, 5 de enero de 2013

Nunca más.../ Blow Out-Radiohead


Nunca más...

Si alguna vez se debe decir "Nunca más"-desde lo profundo de su ser- es porque se ha llegado a un límite que define la marcada brecha que separa la autodestrucción o crisis emocional, de un equilibrio relativo. Es decir, "Nunca más" representa ese último paso que nos permite cruzar la brecha del equilibro emocional al caos total -emocionalmente hablando, claro está-. Pero como todos sabemos, es fácil decir y difícil cumplir con lo dicho, cuando uno dice "Nunca más" las dificultades son aún mayores.

 No importa cuanto se haya sufrido, lo mal que nos pudimos haber sentido o el daño que pudimos haber hecho, pareciera que cuando uno dice "Nunca más" las posibilidades de cometer el mismo error aumentan -por lo menos en mí. Espero no sea el caso-.

Todo es cuestión de situación, de contexto, a veces concluyo que todo en la vida se trata de contexto: Si ha llegado el momento en el que tengo que decir "Nunca más", es porque estoy atravesado por una situación emocional de mierda -no encuentro mejor manera de describirlo-. Me ha llegado un momento de suma fragilidad, todo me llega -todo-, me siento increíblemente sólo, y -lo peor de todo- mi autoestima ha caído nuevamente hacia el subsuelo.

Escucho temas "Radiocabezas"-está bien, ¿Quién me manda a mi a escuchar Radiohead en un momento desesperado?- y me emociono al punto de llenar mis ojos de lágrimas, borroneando mi visión, sintiendo lo frío de las lágrimas -siempre me emocionan, pero nunca hasta el punto de llorar-, algunas personas me dicen ciertas cosas y me hacen sentir mal, personas que me interesan me dejan esperando unos minutos sin responderme y siento que me ignoran -¡estoy enloqueciendo!- y si la espera es grande, automáticamente siento que me ignoran: Esto no puede seguir, si debo decir "Nunca más", es ahora, definitivamente no puedo ser así, me da vergüenza de mi mismo, y me hace sentir muy mal.

No quiero alejar lo que me interesa, lo que me importa, lo que quiero. Me siento preso de mi fragilidad emocional, y debo ponerle fin a esto: Sé perfectamente que no necesito a nadie -lo he dicho en antiguas entradas en este blog- se que necesito ir despacio -también lo he dicho en otra entrada de mi blog-, pero mierda que me hace falta alguien a quien compartirle mis cosas y expresarme diferente -no es algo nuevo en el blog tampoco- pero sé que soy una persona completa sin nadie a mi lado -y me cuesta llevarlo a los hechos, nuevamente-.

Supongo que es un mecanismo de defensa, esta fragilidad que describo la expreso con frialdad y desinterés generalmente, pero la sensibilidad es como si me tuviera de esclavo, manteniendome atado a ella, alejando todo lo que quiero, a veces pareciendo fuerte y decidido, cuando en verdad solo tengo miedo, estoy inseguro de muchas cosas y es así como puedo terminar quedándome sólo, alejando a las personas que quiero, haciendo que me ignoren. Por eso...Nunca más.

Blow Out
En mi mente y clavado en mis talones.
Todo el tiempo matando lo que siento.
Y todo lo que toco
(Todo envuelto en bolas de algodón.)
(Todo bañado en azúcar.)
se convierte en piedra.
Y todo lo que toco
(Todo envuelto en bolas de algodón.)
(Todo bañado en azúcar.)
se convierte en piedra.
Estoy fusionado, en caso de que estalle.
Estoy pegado, en caso de que me quiebre.
Todo lo que toco se convierte en piedra.
Todo lo que toco...
(Todo envuelto en bolas de algodón.)
(Todo bañado en azúcar.)
Este tema lo puedo aplicar también a mis celos enfermizos, a mi inseguridad, a los miedos y al amor ¿Porqué no...?. Ellos supieron hacerme a prueba de golpes, de basureadas, de desilusiones, de dolor -es lo que expreso, pero sin embargo siento cada golpe con toda su intensidad o a veces con más intensidad de las que emiten. Las basureadas y la desilusión me dejan afligido, las llevo clavadas en mi interior, nunca las olvidaré, nunca me dejarán. Y el dolor, que me acobarda, culpable de mi inseguridad, de mis miedos, de mi cobardía. Y por último el amor, que bien me ha sabido enseñar que no debo aferrarme a nada, que nunca nada es como aparenta, que seguridad no hay de nada y que debo vivir, aunque lo que más ame ya no esté, me enseñó a levantarme, con todo el polvo, moretones y lastimaduras que nunca sanarán, tras la caída que debí afrontar, y seguir, seguir, seguir y seguir, porque siempre hay un pequeño detalle en la vida que nos permite seguir, por el que vale la pena vivir...-

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