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viernes, 15 de marzo de 2013

Capítulo 7: Mi partida


Capítulo 7: Mi partida



La vida nos regala pequeñas cosas, muy pequeñas, algunas indispensables, otras insignificantes para quienes no ven el valor que solo uno mismo les puede dar. Supongo que es el capricho de la vida el enseñarnos poco a poco -algunos no han tenido esa suerte- a desprendernos de las cosas que queremos incondicionalmente, no lo sé; lo cierto es que el día anterior a mi partida, vino acompañado de la partida de mi perrita, Peca, esa perrita con la que solía salir a jugar cuando ya no daba más de esperar a que sucediera algo que me cambie el humor, esperando el día en que deba irme, esperando un cambio. Esa perrita que solía robarme una sonrisa por más deprimido que estuviera -realmente no quería mi partida acompañada de alguna pérdida-, esa perrita que jamás voy a olvidar.
Yo lloraba inconteniblemente en mi dormitorio, no podía parar, por alguna razón su ida agravaba una mezcla de sensaciones que me generaba el comienzo de una nueva vida que ya era una realidad. Yo lloraba y lloraba, al sentir los golpes de la pala que penetraban la blanda y negra tierra que estaba del otro lado de la pared de mi ventana, esa tierra en la que sería enterrada. Cada golpe rebotaba bruscamente en mi interior, como si hubiera un gran vacío. Cuando la vi muerta, con la misma pose en la que siempre dormía, lo único que hice fue llenar mis ojos de lágrimas, limpiarme las zapatillas para entrar, mi madre me vio con la cara llena de lágrimas, me abrazó, rompí en llanto y entré a mi habitación, para llorar y llorar, por un buen rato. Tiempo después, mi padre entró a mi dormitorio para ver como estaba, luego de haberla enterrado, yo estaba conteniendo mis ganas de llorar y solo miraba la pantalla de la computadora, se retiró y continué llorando, con lágrimas en los ojos por el resto del día.
Nunca voy a olvidar la última imagen que tuve de ella...-Lloro, angustiado, el recuerdo me conmueve hasta el llanto- Tenía una mirada decaída, como diciéndome: No me mires, no estoy bien, cuando siempre solía mirarme fijo a los ojos moviendo la cola con alegría. Ella nunca dejaba de saltar, mordisquear y molestar cariñosamente a todo lo que tenía a su alrededor -la voy a extrañar mucho...-.Y así fue mi partida...


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